«No
es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más
inteligente. Es aquel que es más adaptable al cambio.»
Con esta citación de Darwin, se abrió un muy
interesante seminario sobre “Ciclos de Vida de las Organizaciones
Sociales” promovido por el Centro de Innovación Social de la
Universidad de San Andrés. Compartimos, entonces, algunas ideas
presentadas en el seminario que pueden resultarnos útiles en nuestra
labor diaria.
El
seminario tuvo una parte teórica, a cargo de Mercedes Jones,
Directora de Proyectos y Coordinadora del Programa de Inversores
Sociales del mismo Centro de Innovación Social, y una más práctica
con experiencias de algunas organizaciones de la sociedad civil.
La
idea principal que el seminario intentó transmitir es que también
las organizaciones del tercer sector, al igual de las personas
pasan por un ciclo de vida que preve etapas
de nacimiento, crecimiento, estabilidad y envejecimiento.
Se habló de distintos modelos, y la verdad que, si a uno le gustan
las formalizaciones teóricas, se puede pasar un rato bien agradable
dándole la forma de línea recta, círculo, curva, tabla a todas
estas etapas (y las correspondientes sub-etapas). De todos modos, lo
que me pareció más importante de lo que se dijo es que todas esas
etapas son inevitables, conllevan riesgos y beneficios, y dependiendo
de la manera en que se decida enfrentarlas permiten aprovecharlas al
máximo.
Por
ejemplo, se habló de las crisis, recurrentes y necesarias para que
una organización se desarrolle, porque las soluciones a la crisis en
un estadio son semillas para la crisis del estadío siguiente. El
mínimo común denominador a cada crisis consiste en no lograr:
- obtener un eficaz monitoreo del entorno en el cual se mueve la organización (y del cual la misma organización es parte, me permito añadir)
- realizar un correcto recambio generacional de sus miembros.
Si
una organización logra dar una respuesta satisfactoria a estas dos
variables, es más probable que adquiera una mayor sensibilidad al
cambio y logre perdurar en el tiempo. Son dos aspectos clave para
tomar decisiones que permitan tener un crecimiento y un tamaño
adecuados, un volumen apropiado de actividades, una identidad acorde
a las mismas actividades, así como el necesario equilibrio entre
heterogeneidad y homogeneidad, y entre continuidad y flexibilidad.
Incluso
el cierre de una organización no es necesariamiente un fracaso,
se dijo: es posible que, por haber cumplido un ciclo, ésta
sea la solución mejor y hasta no habría que tener temor o vergüenza
en celebrarla. Las razones por las cuales se vea necesario dar por
finalizada una experiencia pueden ser distintas: es posible que se
haya cumplido la misión institucional; o tal vez el entorno ha
cambiado a lo largo del tiempo y la misma organización considere
oportuno no modificar su misión institucional; o, simplemente, el
empuje de los fundadores se ha agotado y no ha sido reemplazado por
los sucesores. Es lógico que no es una decisión para tomar a la
ligera, porque en muchos casos una organización del tercer sector
hace parte del proyecto de vida de muchas personas, pero lo mismo es
necesario elegir entre hacer lo posible para que la organización
“vuelva a renacer” todos los días o se conforme siendo “un
muerto en vida”.
El
sociólogo Sorokin utilizaba la imagen de la ola para describir el
ciclo de vida de una organización: ella nace, se
desarrolla y cuando se acerca a su fin se disuelve para dar vida a
otras olas. Me pareció interesante esta imagen, sobre todo
porque, independientemente de si nuestra organización perdure o no
en el tiempo, el trabajo que realizamos hoy será semilla para el
trabajo de los que vendrán después de nosotros. Es una idea que
puede agregar lucidez y valentía al momento de repensar una
organización, sin descartar la hipótesis de tener que cerrar una
etapa y abrir otra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario