Finalizamos nuestras publicaciones sobre el FODA compartiendo observaciones sobre el armado de la dinámica de trabajo y el uso que la OSC puede darle a la información obtenida a lo largo del proceso.
¿Cómo armar la dinámica de trabajo?
La
efectiva familiaridad de los participantes con una herramienta como
el FODA es clave, pero puede ser muy variada, así como su
instrucción y su percepción de la realidad. No siempre es posible
nivelarla, por falta de tiempo, pero tampoco es necesario: también
en este caso, la diversidad de enfoques es una riqueza.
Es
relativamente fácil armar una reunión para debatir acerca de
oportunidades y amenazas educativas en el barrio, pero no es tan
remota la posibilidad de que “nos vayamos por las ramas” y, una
vez que demos la palabra, nos quedemos en la simple metodología del
“micrófono abierto” y nos cueste enfocarnos en los temas
realmente significativos y abordables.
En
eso se ve toda la habilidad del moderador, que tiene que acompañar
el grupo, escuchando en profundidad y ayudando a reunir información
valiosa, pero con la consciencia de que a veces es necesario
“conducir” el debate para que todos los participantes den su
aporte y se traten temas que en verdad estén al alcance de la
organización a nuestro cargo. Es una habilidad que se adquiere con
el tiempo y la experiencia, normalmente; por lo tanto, además de
documentarse hasta donde uno pueda, es más que nada cuestión de
lanzarse e ir aprendiendo, sin particulares temores.
Por
ejemplo, es muy frecuente que los debates sobre diagnóstico de
problemas se conviertan en algo demasiado amplio, igual que los
objetivos que se quieren alcanzar. Por esta razón, es común
jerarquizarlos respectivamente en árbol de problemas y árbol
de objetivos. Es un tema muy complejo, que pensamos sea oportuno
abordar con suficiente detenimiento en otras entradas. Por el
momento, es suficiente decir que existen técnicas para identificar
una situación negativa (o problema central) a la que se pretende
dar solución y que se puede representar como el tronco de un árbol;
pero también existen las raíces, las causas del mismo problema, y
la copa, las consecuencias o los efectos del problema. Es muy
importante distinguir todo eso para obtener un diagnóstico
manejable y no ilusionar a nuestras contrapartes con objetivos
demasiado ambiciosos, porque algo parecido pasa con los objetivos
que podamos fijar.
El
discursos es diferente si trabajamos para entidades de gran
envergadura que pueden aspirar a tener incidencia en las políticas
públicas de un país (pienso en Caritas o en Greenpeace, sólo para
mencionar dos) no tanto para organizaciones pequeñas. Sin embargo,
sería equivocado menospreciar el aporte de una organización a la
construcción del bien común, por más que sea limitado; por lo
contrario es muy valioso. Esto lo aclaramos, porque vista la
complejijdad de las situaciones que encaramos, es frecuente caer en
el error de no dimensionar adecuadamente el volumen justo de
actividades que pueda realizar una organización y se termina
achicándolo o agrandándolo en base a parámetros sujetivos. Pero,
también las personas invitadas a involucrarse en un diagnóstico
participativo, para redactar un FODA, necesitan saber que hay un
límite estructural que una organización no puede superar: para
todo lo que está más allá de este límite existe el trabajo en
red, entendido en términos tanto de acción directa como de reclamo
conjunto a las autoridades públicas que sí tienen como mandato
asegurar calidad de vida a toda la población.
¿Cómo
utilizar la información obtenida?
La
participación no se agota en la etapa de diagnóstico, es
importante tenerlo en cuenta, si no se trataría de una
participación más simbólica que real; por lo contrario, se
extiende hasta abarcar todo el ciclo de trabajo de una organización
de la sociedad civil. De todos modos, también es cierto de que hay
personas rentadas para traducir toda esta información en proyectos
y acciones concretas, utilizando metodologías que ya abordamos en
otras entradas de este blog. Son ellas, en primer lugar, que
necesitan elaborar esta información .
Un
error frecuente, por ejemplo, es encontrar una convocatoria para la
presentación de proyectos y recién en ese momento empezar a pensar
en cuáles actividades podríamos presentar para una posible
financiación. Viendo la escasez de tiempo a disposición, entonces,
es casi inevitable elaborar algo a las apuradas para poder llegar.
Mientras
que es mucho más estratégico disponer de un conjunto de
información ya elaborada y consensuada con 20-30 personas, actores
clave presentes en el territorio. Con esta base es mucho más simple
planificar acciones y tenerlas listas para cuando se presente una
convocatoria. En este caso, se trataría simplemente de adaptar lo
planificado al formato de proyecto que utiliza el potencial
financiador.
Tal
vez es justamente en esta última etapa que se vuelve mucho más
evidente que el trabajo realizado de dar cabida a la participación,
con consecuente gasto de tiempo y energías, tiene un valor
irremplazable, incluso para el profesional más destacado. Pero, tal
vez más importante aún es que cuando diagnosticamos juntos «no
sólo vemos problemas y potencialidades, sino que, a la vez,
consensuamos un sentido, un “lugar” al que queremos llegar, una
situación deseada, a partir y desde los saberes y la participación
de cada uno de los sujetos que interactúan en el análisis, la toma
de decisiones y la puesta en marcha de la propuesta [fuente,
página
6]».
Fuentes:
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