El jueves 3 de octubre nuestra
oficina Suma Fraternidad cumplió dos años de vida. Dos años en los cuales se ha
intentado trabajar para mejorar la sustentabilidad de las organizaciones vinculadas
al Movimiento de los Focolares en el Cono Sur o inspiradas en su carisma. Es
evidente que se trata de una tarea a largo plazo y todavía queda muchísimo por
hacer, especialmente si tenemos en cuenta que no existían con anterioridad experiencias
similares en nuestro movimiento ni en otras organizaciones a las cuales hacer
referencia. Este aniversario, aún más en vísperas del Seminario Latinoamericano
Fraternidad en Acción, nos parece una buena oportunidad para volver a definir
algunas ideas clave acerca de Sumá Fraternidad, a fin de que ésta brinde un
servicio cada vez más útil a nuestras organizaciones meta.
Antes que nada, nos parece
necesario repetir una premisa. Sumá Fraternidad nació para acompañar y poner en
sinergias, no para reemplazar o centralizar, las naturales actividades de
fundraising que cada organización debería llevar a cabo de manera autónoma y en
la medida de sus posibilidades y necesidades. Por lo tanto, nos encantaría que
todo lo que podamos compartir en la presente entrada acerca del fundraising sea
debatido y replicado con las necesarias adaptaciones en cada organización que
venimos acompañando. Y si éstas tienen ideas para agregar o corregir al
respecto, les agradecemos las compartan para ir diseñando juntos nuestro propio
identikit.
El fundraiser es quien crea inversión social
Un hecho bastante notorio es
que la profesión de fundraiser (reductivamente traducido como
Captador de Recursos, o Movilizador de Fondos) se encuentra entre las
más requeridas en una OSCs, especialmente en tiempos de crisis financieras
regionales o globales que reducen la solvencia de las tradicionales fuentes de
financiación.
Otra verdad es que la
captación de fondos en el sentido estricto es solamente una de las facetas del
fundraising, ya que se ha convertido en una tarea compleja y creativa,
entusiasmante y multifacética, con espacio cada vez mayor para
planificación y profesionalismo. El
fundraising crea inversión social, haciendo interactuar la concreción
de la misión institucional, la gestión del presupuesto, la comunicación del
impacto alcanzado, la organización de eventos sociales y campañas públicas.
Al momento de presentarnos
como fundraisers a los potenciales donantes, deberíamos hacer hincapié en
ser facilitadores de una ciudadanía más consciente y responsable, por
lo tanto no vamos a “pedir” sino a “ofrecer”. ¿Qué cosa? Participación en la
construcción de un mundo más justo e inclusivo, gracias a impacto social y
co-inversión. Por otro lado, es preciso realizar esta tarea con sensibilidad,
espíritu educativo y espesor cultural, para no buscar billeteras bien
provistas, sino potenciales socios, a fin de involucrarlos sin invadirlos. De
hecho, se trata de una profesión con determinados lenguajes, reglas y límites
que es necesario conocer.
¿Quién puede involucrarse en
el fundraising? Es un campo de trabajo ideal para profesionales jóvenes, con
estudios en materias humanísticas y con habilidades en la redacción y en el
manejo de herramientas de comunicación digital. Pero, también para
profesionales más adultos, incluso luego de una trayectoria en un actor estatal
o en el ámbito de la comunicación y/o mercadeo y/o ventas del sector
empresarial. De hecho, requiere la habilidad de moverse en medios complejos en
los cuales se necesita comprender al interlocutor para involucrarlo en la
misión institucional; se trata de capacidades relacionales y organizativas que
tal vez sea más fácil desarrollar en ámbitos laborales altamente estructurados.
Además, sigue siendo clave
para un fundraiser la capacidad de construir vínculos entre una OSC y la
comunidad, las empresas o el Estado, entre una buena causa y resultados
concretos. El fundraiser no es tanto uno que va a pedir plata (¡también!), sino
un constructor de vínculos, de cooperación y de consenso. Logrará hacer la
diferencia en una OSC en el momento en que encuentra nuevas estrategias para
traducir la misión institucional en términos de inversión social. En otras
palabras, despierta y incrementa en
la gente la alegría de donar y donarse para la construcción de un mundo más
inclusivo.
¿Y mirando este trabajo desde
la perspectiva del gerente de una OSC? Debería mirar al fundraiser como un
profesional que le permita amplificar, valorizar y fortalecer sus vínculos
con el entorno, no simplemente como alguien que le consigue plata. Por lo
tanto, invertir recursos en estas actividades, incluso en el corto plazo, va a
ser muy beneficioso para la organización.
Resumido y adaptado a partir de algunas entradas presentes en: http://www.ilfattoquotidiano.it/blog/mcrescenzi/.
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